Arrancar la música de cuajo
Manifestación de profesores y alumnos de escuelas municipales de música de Madrid contra la subida de tasas. / SAMUEL SÁNCHEZ
Existe un debate sobre si la música, la clásica en particular, han
vivido en España en los últimos años el efecto de otra de las
compulsivas burbujas que se lo han cargado todo. Un auditorio en cada
pueblo, más orquestas sinfónicas de las que se podían pagar o gestionar
con un nivel de calidad aceptable, cachés desorbitados de artistas
extranjeros a quienes se ha pagado en los últimos años lo que les ha
dado la gana… Todo ello ha desembocado en un a dramática situación, ya reseñada en este periódico hace unos meses,
que ha supuesto la cancelación de ciclos, festivales, impagos a músicos
o despidos en teatros. Quizá el cruel ajuste al que nos vamos a someter
en los próximos años sea merecido. Pero si algo no se podía tocar para
terminar con aquello de que España nunca estará al nivel de las
orquestas centroeuropeas era la educación musical. ¿Adivinan qué ha
sucedido? También se la están cargando.
El mejor ejemplo es el que vive Madrid estos días. Como informó Elena G. Sevillano,
el Ayuntamiento ha retirado la subvención que concedía cada año a las
empresas concesionarias de prestar el servicio. El recorte (amputación,
en este caso), además de convertir un servicio público en algo
completamente privado, ha triplicado el coste de las tarifas. Las clases
de instrumentos como el violín, por ejemplo, pasan de costar 50,4 euros
a más de 140. Al parecer, más del 70% de los padres de los alumnos del
último curso han dicho que darán de baja a sus hijos al no poder
pagarlo. En algunos casos, como en el barrio de Villaverde, la opción
privada cuesta ya menos que la supuestamente pública. Tan grave, que los
profesores se plantean aceptar que les rebajen el sueldo para que
repercuta también en ellos la retirada de la subvención.
La música siempre es lo primero que deja de sonar cuando se va la
luz. Ningún gobierno (Gallardón, melómano reconocido sí tuvo durante su
mandato interés en esto) ha entendido lo que signfica la educación
musical y se ha visto siempre como un lujo. Las 13 escuelas públicas de
Madrid funcionaban perfectamente. Los niños no iban a ahí a pasar la
tarde mientras sus padres terminaban de trabajar. No eran guarderías.
Eran centros rigurosos y exigentes y creían en el proyecto que
desarrollaban. “Las Escuelas Municipales de Música y Danza no sólo
fomentan desde la infancia el conocimiento y apreciación de la música y
la danza sino que también orientan a las enseñanzas profesionales a
aquellos alumnos con las aptitudes necesarias para ello”, reza Ordenanza
Reguladora de las Escuelas Municipales de Música y Danza de Madrid. Es
decir, además de fomentar el interés por la música y crear los tan
reclamados nuevos públicos, se orienta a algunos estudiantes hacia el
descubrimiento y la profesionalización de su talento.
Y el problema es que está sucediendo en toda España. La Generalitat ha recortado la subvención en más de un 60%
y se plantea eliminarla. Lo mismo ha pasado en Valencia (desde hace más
tiempo) o en Castilla y León. En fin, más allá de primas y rescates,
este tipo de barbaridades, arrancar de raíz un proyecto educativo tan
consolidado, nos mantendrá alejados de Europa muchos más años de los que
viviremos para contarlo